Después de un largo breik Gertrudis anda aca de vuelta. De repente despertó tumbada en un colchón aguado que está frente a un roperote antiguo azul, situados dentro de una recamara con vigas de madera en el techo que forma parte de una casa de más de ciento cincuenta años. Cruda y aun pacheca, se promete trabajar y trabajar…”estabilidad económica” se repite una y otra vez.
Y una tarde, de esas de domingo, en las que se recuesta sobre la hierba, se convierte en flor y toma el sol; es invitada a tomar café. Un hippie convertido al capitalismo, con todo y cicatriz en la oreja de una perforación pasada, compartía sus tabacos con nuestra Gertru, que entre fumarola y fumarola, tomaba café con pastel de mango y ron, y entre sorbo y sorbo, veía esos pelillos que le coqueteaban desde el pecho del antiguo rebelde. Primero café de Sanborn’s después caguamas del Dalí. Y pinche Dalí cerrado. Chelas al Oxxo, y los panistas que no dejan vender alcohol en esas tienditas después de las 19 horas. Ni modo, al Gigante, unas papas, salsita para michelada y 24 cervecitas, música suave, un hombre esquizofrénico con cabello chino, su abrazo y su roncar, fueron suficientes para que Gertrudis, pronta, sacara el vestido de novia.
Pero el sujeto (más viejo que ella) casi cruzando el umbral de la juventud, quiere aprovechar los últimos minutos y seguir picando flores, aquí, alla y acuyá. Y Gertrudis (más joven que el) que hartas ganas tenía de criar un hijo unipíe de manta, se quedó otra vez, con ramo de flores en una mano y recetario de cocina en la otra. Ó la verdad será que Gertrudis, no era lo que el buscaba, con vellos en la cara y huaraches en los pies. Otro aborto, el feto nace muerto. Y Gertrudis se tumba al pasto, cierra los ojos y se pone toda verde. Tomará el sol sin angustias, sin preocuparse por si está fornicando en este mismo momento, por si va o por si viene; Gertrudis permanecerá en su estado natural, sin tener que hacer a-s-o-l-u-t-a-m-e-n-t-e nada por complacer a alguien. Y lo poco que estaba abierto, tiende a cerrarse, y lo mucho que pensaba dar, vuelve a guardarse. Quizás permanecer intacta, le ayude a permanecer viva…igual que las flores.
Corazón de piedra, corazón…
El cronista-esclavo-patético escriba (cronista de una vida paleolítica)
jueves, 24 de mayo de 2007
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