jueves, 24 de mayo de 2007

El retorno de Gertrudis Salazar (ó Gertrudis La de los Ojos Rojos)

Después de un largo breik Gertrudis anda aca de vuelta. De repente despertó tumbada en un colchón aguado que está frente a un roperote antiguo azul, situados dentro de una recamara con vigas de madera en el techo que forma parte de una casa de más de ciento cincuenta años. Cruda y aun pacheca, se promete trabajar y trabajar…”estabilidad económica” se repite una y otra vez.

Y una tarde, de esas de domingo, en las que se recuesta sobre la hierba, se convierte en flor y toma el sol; es invitada a tomar café. Un hippie convertido al capitalismo, con todo y cicatriz en la oreja de una perforación pasada, compartía sus tabacos con nuestra Gertru, que entre fumarola y fumarola, tomaba café con pastel de mango y ron, y entre sorbo y sorbo, veía esos pelillos que le coqueteaban desde el pecho del antiguo rebelde. Primero café de Sanborn’s después caguamas del Dalí. Y pinche Dalí cerrado. Chelas al Oxxo, y los panistas que no dejan vender alcohol en esas tienditas después de las 19 horas. Ni modo, al Gigante, unas papas, salsita para michelada y 24 cervecitas, música suave, un hombre esquizofrénico con cabello chino, su abrazo y su roncar, fueron suficientes para que Gertrudis, pronta, sacara el vestido de novia.

Pero el sujeto (más viejo que ella) casi cruzando el umbral de la juventud, quiere aprovechar los últimos minutos y seguir picando flores, aquí, alla y acuyá. Y Gertrudis (más joven que el) que hartas ganas tenía de criar un hijo unipíe de manta, se quedó otra vez, con ramo de flores en una mano y recetario de cocina en la otra. Ó la verdad será que Gertrudis, no era lo que el buscaba, con vellos en la cara y huaraches en los pies. Otro aborto, el feto nace muerto. Y Gertrudis se tumba al pasto, cierra los ojos y se pone toda verde. Tomará el sol sin angustias, sin preocuparse por si está fornicando en este mismo momento, por si va o por si viene; Gertrudis permanecerá en su estado natural, sin tener que hacer a-s-o-l-u-t-a-m-e-n-t-e nada por complacer a alguien. Y lo poco que estaba abierto, tiende a cerrarse, y lo mucho que pensaba dar, vuelve a guardarse. Quizás permanecer intacta, le ayude a permanecer viva…igual que las flores.

Corazón de piedra, corazón…

El cronista-esclavo-patético escriba (cronista de una vida paleolítica)